martes, 3 de diciembre de 2013

Platerias (Santiago de Compostela)



Platerías (Santiago de Compostela)

Al fondo de esta fotografía, frente a la fuente de platerias, conocida por todos los estudiantes Universitariaos de Santiago como "la fuente de los caballos" se puede ver la Casa do Cabido. Esta casa fue proyectada por el arquitecto del barroco gallego Clemente Fernandez Sarela y data del año 1758. Inicialmente fue la sede del Cabildo catedralicio y desde mediados del siglo XIX de propiedad particular. Lo mas curioso es que esta fachada de unos tres metros es puramente escenográfica pues su estructura no se corresponde para nada con la estructura interior del edificio; está diseñada únicamente para cerrar ese lado de la plaza a modo de fondo. Como bien puede apreciarse en la fotografía, consigue plenamente su efecto estético.

Como curiosidad se puede decir que esta casa fue la que inspiró a Valle-Inclan el cuento "MI hermana Antonia", de la misma forma que la fuente de los caballos inspiro a Federico García Lorca su poema "Danza da Lúa en Santiago". 

También recuerdo que no hace demasiado años, en el 2005 se rodó en esta plaza la película O Lapis do carpintero, dirigida por Antón Reixa y protagonizada por Tristán Ulloa y María Adánez. Es la versión cinematográfica de la novela del mismo nombre, una de las novelas de mayor éxito del escritor gallego Manuel Rivas  que narra la historia de un amor en tiempos de guerra entre los personajes de Marisa Mallo, hija de una familia de derechas, y el médico republicano Daniel da Barca, preso en la cárcel de Santiago de Compostela. Ganó en su día el Premio de la Crítica Española, el Premio de la Asociación de Escritores en Lengua Gallega, el Premio Arzo.

Muy cerca de esta plaza en los días en los que yo era estudiante Universitario de Medicina había un pequeño bar, situado en la parte trasera de la casa da conga, de la que no se si tengo alguna fotografía. Este bar se llamaba (y creo que aún se sigue llamando así) O galo D'Ouro y tenia dos cosas tremendamente especiales para mí: en el se podía tomar uno un copazo de Absenta y además tenía una Rocola o Fonola (ahora para los más jóvenes una Jukebox) con música clásica y entre sus piezas se podía oner el Adagio de Albinoni. Juntar estas dos cosas con una noche lluviosa en Santiago era una experiencia inolvidable.

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