martes, 18 de julio de 2017

A rapa das bestas de Amil, 2017

Ayer por la tarde y en buena compañía fui a ver a "Rapa das Bestas de Amil", en el Monte Acibal, Moraña. Según publicaba hoy el diario de Pontevedra fuimos mas de 2000 personas las que nos juntamos "nas Brañas" un pastizal de 19 hectáreas de terreno, en pleno monte Acibal, muy cerca "do Marco da Estada", donde se unen los concellos de Pontevedra, Campo Lameiro, Barro y Moraña.

La verdad, es que no era fácil hacer fotografías. Estaba lleno de Robert Capas metiendo su cámara en la boca del caballo y dificultando que los demás pudiesen sacar una sola fotografía mas o menos decente. Aún así, detrás de los demás pero con paciencia, yo pude hacer las mías propias. No se porque hay fotógrafos que piensan que para hacer una buena foto tienes que estar tan cerca que estorbes. La famosa frase de Robert Capa de que "“Si una foto no es suficientemente buena es porque no estabas suficientemente cerca” no hay que tomarsela al pie de la letra. Solo los estúpidos se toman las cosas siempre literalmente.

Dejando ese tema aparte, yo no se porque demonio he tardado tanto en acudir a ver la rapa. Es todo un acontecimiento y una fiesta que no debería de perderse nadie por lo menos una vez en la vida. Si no te gusta, no repites, pero si es el caso contrario, verás algo que no olvidaras y que seguro que desearas volver a ver año tras año.

El que piense que yendo a la rapa simplemente va a ver como se les cortan las crines a los caballos, está muy, pero que muy equivocado. Me voy a tomar la libertad de intentar explicar un poquito en que consiste esto de la rapa para todo aquel que no haya ido nunca y para enseñar algo a los que tengan una idea equivocada. Eso sí, lo primero que tengo que decir, es que no es que yo sepa mucho del asunto, porque en realidad, ayer fue mi primera vez. 
Las crines hay que raparlas por higiene y salud del animal, 
va ha estar todo el año en libertad en el monte

En Galicia se llama "bestas" a las yeguas y "Garañons" a los machos, pero a pesar de esto, cuando se habla de rapa das bestas, no se habla de cortarles las crines solo a las yeguas, sino también a los machos. Y no se rapa a cualquier caballito, sino que se rapa a los caballos salvajes de raza gallega (ya sean mestizos o de pura raza), pequeños, robustos y adaptados durante siglos a la supervivencia en unas montañas en las que la crudeza del invierno es su única compañía. Excepto los dias de la rapa, el resto del año andan sueltos por el monte siempre que no haya algún desgraciado que los manque con "pexas". La existencia de estas manadas de caballos salvajes en las montañas es el testimonio más sorprendente de como Galicia preserva el valor de lo natural.
Caballo salvaje de raza gallega antes de ser desparasitado y rapado en el curro

En pontevedra se suele decir mucho mas a menudo, que uno va "a un curro" en vez de decir que va a la rapa das bestas. Esto se debe a que el curro es simplemente el lugar donde se reúnen los caballos para raparlos, ya sean yeguas o garañones y por extensión, cuando uno va a ver la rapa, se dice que va al curro.
Bestas  e garañons en el curro de Amil, antes de la rapa.
En un curro se ven mas melenas que un concierto de AC/DC o de Iron Maiden

La rapa de los caballos es una tradición ancestral que viene de la edad de bronce, cuando los gallegos comenzaron a domesticar a los caballos y otros animales. Estrabón, hace dos mil años ya escribió las siguientes palabras al respecto:

“Con cuernos y con gritos acosan a las bestias por los montes hasta lograr acorralarlas. Unas, las sacrifican para comerlas. Otras, las doman y les sirven de montura para sus luchas guerreras”.
   
Así pues, haciendo caso a Estrabón, vemos que realmente el rito o fiesta de la rapa das bestas comienza mucho antes de reunir a los caballos en el curro.
 Bestas  e garañons en el curro de Amil, antes de la rapa.

Bien temprano, de madrugada, los mozos gallegos salen al monte cada primavera para obligar con gritos y dirigidos por un bestilleiro, a bajar a los caballos salvajes al valle y reunirlos en el curro.
Hay algunos a los que les hace buena falta pasar por la peluquería

Una vez están todos los animales reunidos en el curro estos se han de separar. Potros por un lado, bestas por otro, garañons por otro... y hay que tener buen cuidado de las que estén preñadas. Este momento es un verdadero follón con animales y hombres mezclados peleando entre sí. Pero una pelea en la que no se daña al animal, es una lucha por poner orden.
Esto es lo mas parecido a los reclutas  Americanos cuando llegan para formar parte de los Marines

Lo primero de todo es escoger u ojear la besta a rapar. Una vez escogida se la persigue por el curro, corriendo entre la manada de caballos salvajes arriesgándose a ser aplastado o a llevar una buena buena coz de alguno de ellos.

 Un mozo persigue al caballo elegido, corriendo entre los demás, teniendo cuidado de no ser
coceado ni aplastado por la manada, hasta que llega junto a él e intenta asirse a las crines

Hay que saber y ser valiente ya para hacer esto que, quizás al principio, te parezca poca cosa. Después, un mozo salta sobre la besta y agarrado a sus crines hace una monta salvaje mientras esta cocea y los demás relinchan.
 
Una vez montado, hay que mantenerse y eso no es nada fácil en un caballo salvaje y a pelo,
sin montura, como un indio Siux de las antiguas películas del Far West

Esto suele hacer la delicia de los allí presentes que vocean y dan vítores, sobre todo los que conocen al mozo y son amiguetes o familia.

La verdadera lucha entre el hombre y el animal salvaje se da cuando quedan los ejemplares adultos y hay que cogerlos y tumbarlos en el suelo para desparasitarlos, raparlos y marcarlos. Son los denominados “apeitadores o aloitadores” los que se encargan de esto y mantienen un forcejeo desmesurado con el caballo, al que acaban reduciendo y derribando. Normalmente tres o cuatro aloitadores por besta.

Antes de ser derribado por el animal el que lo montaba, otros dos apeitadores han de agarrar al caballo por la cabeza y el rabo o una pata trasera, para flexionando a la fuerza ambas, pero sin hacer daño al animal, acabar con él en el suelo y tumbarlo de lado.
Ser apeitador y la pasión por los caballos, 
no parece estar reñido con el gusto por las motos  ;-)

 El mozo sujeta la cabeza del caballo, tumbado en el suelo, para que se le pueda rapar. 
Siempre se tiene cuidado de no dañar al animal.

 Un caballo tiene muchísima fuerza en la musculatura del cuello, 
mantenerlo así quieto requiere una importante dosis de fuerza pero otra mayor de destreza.

Aunque vea que no le dañan, al caballo se le retiene e inmoviliza en contra de su voluntad. 
Es un caballo salvaje que no se fía lo mas mínimo e intentará liberarse rápidamente.
Lo habitual es que el caballo acabe tumbado todo pancho y el aloitador agotado

Es entonces, cuando inmovilizado el caballo, se le desparasita administrandole medicación en la boca y se le corta hábil, rápidamente y a tijera, las crines del cuello y de la cola.
Desparasitando al caballo salvaje mientras los aloitadores le mantienen unos minutos en el suelo. El proceso ha de ser rápido a la par que incruento.
El verdadero momento de la rapa ha llegado, la besta pasa por peluquería
¡A dios, melena! dentro de un rato a correr fresquito por el monte gallego.
Con la cola hay que hacer lo mismo y dejar a la besta bien guapa.
¡Caramba, esto ya es otra cosa!

Este proceso se repite animal tras animal y los aloitadores son escasos. Uno puede imaginarse que por mucha habilidad y fuerza que uno tenga, acaban físicamente destrozados.

Como estuve tiempo en el curro, pude hacer mas fotos de la rapa, así que aquí os dejo algunas de los aloitadores en plena acción.
Hay veces, que una vez derribada la besta en el suelo, ladearla es todo un desafío.
Y después para mantener "a besta" de lado "o apeitador "ha de utilizar todo su cuerpo.
La mayoría de las veces, el reto mas duro es evitar que comience a levantar el cuello y la cabeza. 
Para ello el aloitador permanece abrazado al caballo, sin hacerle daño, impidiendo que se levante.
Es imprescindible que mientras se rapa la crin al caballo y se le administra la medicación, un apeitador aplique su peso sobre el lateral del lomo del caballo, sin comprimir su abdomen para no hacerle daño.
Hay ocasiones en las que mantener la cabeza del caballo quieta es todo un reto.
Abrazar con fuerza al caballo e impedirle que mire que pasa y se levante sin hacerle daño 
puede ser algo agotador, solo hay que ver las caras para darse cuenta del esfuerzo.
Y la verdad, parece que hay algunos con los que no hay quien pueda
Al final, suele poder la habilidad, pero la fuerza del caballo nunca se debe desestimar.
 Y mucho cuidado con los cuartos traseros, aunque el animal esté ya en el suelo
 La técnica es muy importante, no sirve solo la fuerza. Se necesita trabajo en equipo.
Doblar una pata trasera del animal mientras otros lo sujetan es algo fundamental.
Al final, el caballo cede un rato y los aloitadores pueden tomar aliento.
¡Tremendo el esfuerzo de estos hombres!
Ver como un aloitador experto inmoviliza a un caballo 
con un abrazo fuerte pero delicado es algo realmente hermoso.

  Venga caballito, vamos a tumbarte sin que nadie sufra daño.
Otros ayudan desde los cuartos traseros. 
Puede ser peligroso y aunque algunos piensen lo contrario, no hace daño al animal.
Te das cuenta cuando estas ante un verdadero profesional, un apeitador con mayúsculas
porque evita con su pecho que el caballo vea para que esté mas tranquilo
Y se le rapa la crin con velocidad y cuidado
¡Compañero, dame la mano!  sin tí no lo hubiese logrado.
Tranquila, besta, que ya acabamos y serás libre de nuevo.

Después de todo, los animales más jóvenes serán puestos de nuevo en libertad, con los garañones y las potras.

El año pasado PACMA estaba valorando emprender acciones legales contra esta fiesta porque según ellos atenta contra la integridad de los animales ya que en el curro  "los sujetan de la cola, las patas o las orejas. Los someten a la fuerza y los reducen para cortarles las crines" "sufren pánico cuando son acorralados y conducidos a un recinto en el que se agolpan centenares de ellos, donde son sujetados por los vecinos, provocándoles lesiones y golpes".
Ciertamente los animales tienen miedo cuando se les junta a todos en curro después de haber estado suelto todo el año por el monte, pero ni mucho menos se les maltrata. Se les monta a algunos un breve lapso de tiempo y sobre todo se les cuida, desparasita, limpia y adecenta para evitar que contraigan enfermedades. No hay un solo gallego que no mime a los caballos y menos que no proteja a sus caballos salvajes como un tesoro. No puedo mas que decir que en mi opinión, PACMA se equivoca de cabo a rabo, o mejor dicho de testa a rabo.

Además, en torno a la “rapa das bestas” se organiza una auténtica romería que lo convierte en una manifestación claramente festiva. El acto suele estar amenizado por un grupo de gaitas durante toda la jornada y cuando acaba la rapa hay cenas campestres y comienza una verbena.

¿Piensas seguir perdiéndotelo durante mas años?