Hace
tiempo hablé del genero Bombus Latreille (1802) y del abejorro común o Bombus terrestris, comentando su distribución, ciclo vital y
características morfológicas, pero hubo un par de cosas sobre las
que no me paré demasiado y de las que hablaré algo hoy: sus órganos
de los sentidos y su gran capacidad de polinización.
Cuando
describí a Bombus terrestris simplemente me paré en sus
características morfológicas externas que nos permitirían una
fácil y rápida identificación: tamaño en general grande (reina de
2 a 2,7 cm y obreras de 1,5 a 2 cm), cabeza pequeña y estrecha con
probóscide larga, color negro, con el tórax y el abdomen cruzados
por sendas bandas de pelos anaranjados, banda blanca en el extremo
del abdomen (de 6 segmentos el de la hembra y de 7 el del macho),
tórax corto en comparación con el abdomen, par de patas posteriores
con cestillos para el polen en las hembras y ausencia de aguijón en
los machos. Sin embargo no hablé de sus órganos de los sentidos, cosa que
haré a continuación.
Los
abejorros tiene dos ojos compuestos y entre ellos, tres ocelos en la
parte superior de la cabeza dispuestos en un patrón triangular. Con
ellos pueden ver desde en una longitud de onda que va desde los 300
nanómetros (ultra violeta) hasta los 700 (color naranja), por lo que
no pueden ver el color rojo.
Sin embargo los abejorros sí visitan flores rojas debido a que sí son capaces de oler el néctar y cualquier otro olor atractivo que la flor puede emitir. Para el sentido del olfato los abejorros utilizan las antenas (que además utilizan también como órgano sensitivo para el tacto). El gusto y el olfato son transportadas al abejorro a través de unos diminutos pelos en la antena y el aparato bucal. Las moléculas de olor pasan a través de unos diminutos poros que hay en las llamadas placas de poro situadas en el último segmento de la antena para adherirse a continuación al receptor de las células sensoriales, cada una de las cuales se halla adjunta a dendritas de las células nerviosas. Es el estímulo eléctrico de estas células nerviosas, provocado como respuesta al mecanismo iniciado con la molécula de olor a su receptor en la célula sensitiva el que se pasa al cerebro de abejorro. Como los abejorros tienen dos antenas (de 13 segmentos la del macho y de 12 la de la hembra), pueden por lo tanto detectar además la dirección del olor.
Sin embargo los abejorros sí visitan flores rojas debido a que sí son capaces de oler el néctar y cualquier otro olor atractivo que la flor puede emitir. Para el sentido del olfato los abejorros utilizan las antenas (que además utilizan también como órgano sensitivo para el tacto). El gusto y el olfato son transportadas al abejorro a través de unos diminutos pelos en la antena y el aparato bucal. Las moléculas de olor pasan a través de unos diminutos poros que hay en las llamadas placas de poro situadas en el último segmento de la antena para adherirse a continuación al receptor de las células sensoriales, cada una de las cuales se halla adjunta a dendritas de las células nerviosas. Es el estímulo eléctrico de estas células nerviosas, provocado como respuesta al mecanismo iniciado con la molécula de olor a su receptor en la célula sensitiva el que se pasa al cerebro de abejorro. Como los abejorros tienen dos antenas (de 13 segmentos la del macho y de 12 la de la hembra), pueden por lo tanto detectar además la dirección del olor.
Las
piezas bucales del abejorro consisten en maxilar superior, labios,
mandíbulas y lengua. Las mandíbulas son un par de estructuras
altamente esclerotizadas que se mueven en ángulo recto con el cuerpo
y que el abejorro utiliza para morder, masticar, y cortar los
alimentos. Los maxilares son estructuras pareadas que también se
pueden mover en ángulo recto con el cuerpo y poseen palpos
segmentados. El labio (labio inferior) es la estructura fundida que
se mueve longitudinalmente y posee otro par de palpos segmentados. La
lengua, es larga, de color rojizo y peluda al final. Las piezas
bucales también están cubiertas de pequeños pelos. Todos estos
pelos tienen poros a través de los cuales pasan las moléculas para
después unirse a receptores en células sensoriales y provocar la
respuesta que es el sentido del gusto.
Debido
a esta forma, tamaño y estructura del cuerpo del abejorro con su
densa pilosidad que les permite transferir mayor número de granos de
polen por visita, y debido a esta finura de sus órganos de los
sentidos con sus largas probóscides y lenguas que les permite
visitar una gran cantidad de especies diferentes de plantas con flor
para libar, añadido a la capacidad que tienen para “sonicar”
(empleo de sonidos para liberar el polen de anteras poricidas o
dehiscentes como las de las Solanáceas) y la posibilidad de generar
calor metabólico, que les permite la actividad durante largos
períodos y adaptarse a una amplia variedad de temperaturas y tipos
de climas, el abejorro está entre los más destacados polinizadores
de las regiones temperadas.
Esto
era algo que el ser humano no iba a dejar de aprovechar con lo cual
el abejorro se convirtió en uno de los mas importantes agentes de
biopolinización (técnica de polinización natural de los cultivos
utilizando seres vivos). Los abejorros tienen a este efecto dos
ventajas fundamentales sobre la abeja común: toleran temperaturas
más bajas y son mucho menos agresivas, siendo raros los casos de
picadura a los agricultores. Además, tienen un excelente
comportamiento en días nublados o con fuerte viento.
Inicialmente,
Bombus terrestris fue importado por diversos países con el propósito
de emplearlo como polinizador de tomates en invernaderos, para lo
cual hay una amplia oferta de criadores del abejorro, que los ofrecen
comercialmente como “colonias” que se despachan en cajas que se
transportan a los más diversos lugares. En el Reino Unido se
importan 10.000 “colonias” cada año.
Pero
toda moneda tiene su cara y su cruz. Estos abejorros se importados
para la biopolinización, suelen escapar de los invernaderos y formar
sociedades silvestres, pudiéndose entonces comportar como una
especie invasora con todos los problemas que ello puede conllevar
para las especies autóctonas. Así, en Japón se han naturalizado,
aun cuando se emitieron advertencias sobre el peligro de su
propagación y se comprobó posteriormente el efecto negativo que
produjo en los abejorros nativos.
A fin
de cuentas, es lo de siempre, el ser humano creando problemas por
intentar hacer de todo un negocio.
Joer, no hago más que flipar con los humanos, importan abejorros para polinizar en los invernaderos.Interesante y a la vez, una verdadera idea descabellada.
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