Para mi mujer, una poesía de Neruda, que tanto nos gusta a los dos:
Junto a la arena
una
lagartija
de cola enarenada.
Debajo
de una hoja
su cabeza
de hoja.
De qué planeta
o brasa
fría y verde,
caíste?
De la luna?
Del más lejano frío?
O desde
la esmeralda
ascendieron tus colores
en una enredadera?
Del tronco
carcomido
eres
vivísimo
retoño,
flecha
de su follaje.
En la piedra
eres piedra
con dos pequeños ojos
antiguos:
los ojos de la piedra.
Cerca
del agua
eres
légamo taciturno
que resbala.
Cerca
de la mosca
eres el dardo
del dragòn que aniquila.
Y para mí,
la infancia,
la primavera
cerca
del río
perezoso,
eres
tú!
lagartija
fría, pequeña
y verde:
eres una remota
siesta
cerca de la frescura,
con los libros cerrados.
El agua corre y canta.
El cielo, arriba, es una
corola calurosa.
(Pablo Neruda)
Y para mis tres hijos, otra poesía de lagartias, de Federico García Lorca:
El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.
Han perdido sin querer
su anillo de desposados.
¡Ay! su anillito de plomo,
¡ay! su anillito plomado
Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.
El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.
¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay, cómo lloran y lloran!
¡Ay, ay, cómo están llorando!
(Federico García Lorca)
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