jueves, 8 de noviembre de 2018

Rhagonycha fulva (2)

Hace tiempo que presente a Rhagonycha fulva (Scopoli, 1763) y en ese momento comentaba como se parecía tanto a la especie Zonitis flava (Fabricius, 1775) a pesar de ser coleópteros de infraordenes distintos (Rhagonicha pertenece a Elateriformia y Zonitis a Cucujiformia) teníamos que recurrir al analisis de los genitales del macho para diferenciarlas. Pero eso no es del todo cierto, porque sino ¿como diferenciaba yo a las especies por la fotografía para asegurar que lo que mostraba eran fotografias de Rhagonycha fulva?

Hoy voy a aprovechar unas fotos mas que hice de Rhagonycha fulva para explicar como las distingo rápidamente. La verdad es que simplemente hay que fijarse en la cabeza.

Zonitis tiene la cabeza de forma característica y similar al resto de los meloideos, separada del cueropo por un finísimo cuello que deja ver la parte occipital o posterior de la misma, aplanada y delimitando un ángulo lateral con el protórax mas agudo que el de Rhagonycha. Os muestro esto a continuación en una imagen cojida de Wikipedia



Además el protorax de Zonitis es mas ancho que largo, mientras que en el de Rhagonycha ocurre lo contrario.

Fijaros bien ahora en la diferencia clarísima de la cabeza de Rhagonycha fulva en las fotografías que pongo a continuación.

Por cierto, no comente tampoco en su día que los anglosajones llaman tamien a este coleóptero con los nombres de bloodsucker beetles (a pesar de que no chupan sangre o con el mas acertado, expresivo y vulgar, Hogweed Bonking beetles, que viene a traducirse al castellano como “escarabajos folladores del perejíl”. Los alemanes, mucho mas correctos les denominan Weichkäfer que significa “escarabajo blando”.



Rhagonycha fulva 

 Rhagonycha fulva haciendo lo que mas le gusta



Para Isabel

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!

(Antonio Machado)