El canibalismo sexual, la captura y el consumo de congéneres del sexo opuesto (generalmente por la hembra), es algo relativamente frecuente entre todos los arácnidos, es decir, entre arañas, escorpiones y mantis. El macho canibalizado se convierte así en una fuente de energía, nutrientes y gametos.
La decisión de copular o devorar al macho ante la que se encuentra la hembra está probablemente influenciada por múltiples variables, entre las que podemos incluir la etapa reproductiva de la hembra, las condiciones energéticas de la misma, el tamaño y la edad. No es nada fácil obtener información sobre la influencia de todas estas variables. La información puede variar según las especies; por ejemplo, se ha demostrado con estudios que las circunstancias, el hambre, las condiciones reproductivas (que la hembra sea virgen o no), así como la probabilidad de apareamiento, puede afectar a la predisposición a canibalizar al macho en algunas especies, pero no en otras. Pero además los resultados de varios estudios no son congruentes: varios investigadores han encontrado que las diferencias de tamaño dentro de una especie afectan a la vulnerabilidad al canibalismo, lo que puede deberse a la perspectiva de que los machos grandes proporcionen recompensas mayores que los mas pequeños y a que sean más móviles y, por lo tanto, menos vulnerables (los machos pequeños no parecen tan valiosos o visibles como los más grandes), sin embargo otros estudios no encuentran diferencias en el tamaño de los machos en este asunto del canibalismo sexual, planteando la posibilidad de que este factor no siempre juegue un papel significativo.
Respecto a la edad, variable menos estudiada, los estudios publicados hasta hace poco demostraban que afecta a las tendencias caníbales en algunas situaciones, pero no en otras. Se ha sugerido que los machos de mas edad probablemente por tener un menor valor reproductivo residual tienden a correr mayor riesgo a ser devorados por la hembra, pero no hay nada que haya demostrado esta hipótesis.
La decisión de copular o devorar al macho ante la que se encuentra la hembra está probablemente influenciada por múltiples variables, entre las que podemos incluir la etapa reproductiva de la hembra, las condiciones energéticas de la misma, el tamaño y la edad. No es nada fácil obtener información sobre la influencia de todas estas variables. La información puede variar según las especies; por ejemplo, se ha demostrado con estudios que las circunstancias, el hambre, las condiciones reproductivas (que la hembra sea virgen o no), así como la probabilidad de apareamiento, puede afectar a la predisposición a canibalizar al macho en algunas especies, pero no en otras. Pero además los resultados de varios estudios no son congruentes: varios investigadores han encontrado que las diferencias de tamaño dentro de una especie afectan a la vulnerabilidad al canibalismo, lo que puede deberse a la perspectiva de que los machos grandes proporcionen recompensas mayores que los mas pequeños y a que sean más móviles y, por lo tanto, menos vulnerables (los machos pequeños no parecen tan valiosos o visibles como los más grandes), sin embargo otros estudios no encuentran diferencias en el tamaño de los machos en este asunto del canibalismo sexual, planteando la posibilidad de que este factor no siempre juegue un papel significativo.
Respecto a la edad, variable menos estudiada, los estudios publicados hasta hace poco demostraban que afecta a las tendencias caníbales en algunas situaciones, pero no en otras. Se ha sugerido que los machos de mas edad probablemente por tener un menor valor reproductivo residual tienden a correr mayor riesgo a ser devorados por la hembra, pero no hay nada que haya demostrado esta hipótesis.
En el 2004 DOUGLASS H. MORSE' AND HELEN H. HU publicaron un estudio en el The American Midland Naturalist, Vol. 151, No. 2 (Apr., 2004), pp. 318-325 sobre como afecta la edad en el riego de ser canibalizado para el macho de Misumena vatia. Los machos de esta especie son minúsculos y pueden pesar tan poco como la décima parte de lo que pesa la hembra adulta o la centésima de lo que pesa la hembra grávida, de tal manera que las hembras pueden convertirse fácilmente en caníbales. Los autores hicieron un curioso experimento utilizando machos adultos de Misumena vatia de diferentes edades, definiendo la edad como el tiempo transcurrido desde la muda en la etapa adulta. Controlaron las condiciones energéticas, el estado reproductivo y el tamaño, lo que les permitió evaluar directamente la importancia de la variable edad. Vieron que los machos de mas edad eran mas frecuentemente atacados y canibalizados por la hembra teniendo significación estadística aplicando el test de Probablilidad de Fisher y que además eran menos capaces de escapar del ataque de la hembra canibal. No encontraron ningún signo de que los machos mayores presentasen ningún comportamiento que significase un aumento de riesgo para ser canibalizados por la hembra, como parecían mostrar los estudios previos y también confirmaron que el tamaño del macho o que la hembra fuese virgen o no, no afectaba para nada al canibalismo. Sin embargo si que vieron que los ataques y canibalismo al macho eran mas frecuentes en la ultima parte de la temporada reproductiva (finales de Julio) e independientemente de las variables que afectaban a los machos como el tamaño y la edad, lo que sugería que era la mayor edad de la hembra lo que podía ser un factor favorecedor del canibalismo, como ya había sugerido en un estudio de 1958 Bristowe.
Pero hay otro tipo de canibalismo interesante que se puede estudiar en estos arácnidos y es el de las crías recién salidas del huevo, lo que se denomina canibalismo en el nido y que se olvida frecuentemente por lo fácil que es que pase desapercibido para los observadores. Las víctimas de este tipo de canibalismo servirían como huevos tróficos, mejorando la fortuna de algunos hermanos de nido a expensas de otros. Los canibales suelen ser arañas en su primer instar o en el segundo.
No hace mucho sin embrago, en una nota breve en The Journal of Arachnology 39:168-170, Douglass H. Morse mostró como alrededor del 1% de los nidos de una población de Misumena vatia de la Costa de Maine (EEUU) contenía individuos aparentemente caníbales. Estos ejemplares permanecieron en sus nidos un periodo de tiempo el triple de largo de lo habitual y cuando abandonaban tenían un tamaño cuatro veces mayor que el de sus hermanos no caníbales. Este comportamiento caníbal en el nido parece ser generalizado y relativamente estable, aunque poco frecuente.
Y ya que hemos visto una curiosidad en el comportamiento alimenticio de Misumena vatia (el canibalismo), veamos ahora para compensar otra en el excretor: el estreñimiento controlado de la hembra de Misumena vatia en cautividad.
Cualquier animal puede experimentar riesgos por la evacuación de sus excretas, ya que estas pueden alertar a los depredadores y parásitos de su presencia y aumentar el peligro de la enfermedad. Además, la presencia de estas excretas podría prevenir a las presas de la presencia de un depredador disminuyendo sus posibilidades de caza. Considerando la importancia de estos factores, es sorprendente la poca atención que se ha puesto en el estudio del tema. Puede que el primer estudio sobre este punto en arácnidos sea el de Curtis & Carrel (2000) sobre el comportamiento de defecación de las arañas de jardín Argiope Aurantia Lucas 1833 (Araneidae). No obstante Tietjen en 1980 ya informó sobre la distribución no aleatoria de excretas en condiciones de laboratorio de Mallos gregalis, Simon 1909 (Dictynidae). Se sabe que en respuesta al riesgo de que las excretas proporcionen señales de su presencia a presas potenciales o anfitriones, algunos animales pueden desarrollar respuestas conductuales que minimicen esta amenaza, como excretar lejos de su entorno habitual o retener los excrementos indefinidamente hasta que puedan deshacerse con seguridad de ellos. Las especies que muestren alta fidelidad a una localización deberían experimentar modificaciones del comportamiento particularmente importantes para desarrollar tales tácticas, como demostró Weiss (2003, 2006) en las orugas.
No hace mucho sin embrago, en una nota breve en The Journal of Arachnology 39:168-170, Douglass H. Morse mostró como alrededor del 1% de los nidos de una población de Misumena vatia de la Costa de Maine (EEUU) contenía individuos aparentemente caníbales. Estos ejemplares permanecieron en sus nidos un periodo de tiempo el triple de largo de lo habitual y cuando abandonaban tenían un tamaño cuatro veces mayor que el de sus hermanos no caníbales. Este comportamiento caníbal en el nido parece ser generalizado y relativamente estable, aunque poco frecuente.
Y ya que hemos visto una curiosidad en el comportamiento alimenticio de Misumena vatia (el canibalismo), veamos ahora para compensar otra en el excretor: el estreñimiento controlado de la hembra de Misumena vatia en cautividad.
Cualquier animal puede experimentar riesgos por la evacuación de sus excretas, ya que estas pueden alertar a los depredadores y parásitos de su presencia y aumentar el peligro de la enfermedad. Además, la presencia de estas excretas podría prevenir a las presas de la presencia de un depredador disminuyendo sus posibilidades de caza. Considerando la importancia de estos factores, es sorprendente la poca atención que se ha puesto en el estudio del tema. Puede que el primer estudio sobre este punto en arácnidos sea el de Curtis & Carrel (2000) sobre el comportamiento de defecación de las arañas de jardín Argiope Aurantia Lucas 1833 (Araneidae). No obstante Tietjen en 1980 ya informó sobre la distribución no aleatoria de excretas en condiciones de laboratorio de Mallos gregalis, Simon 1909 (Dictynidae). Se sabe que en respuesta al riesgo de que las excretas proporcionen señales de su presencia a presas potenciales o anfitriones, algunos animales pueden desarrollar respuestas conductuales que minimicen esta amenaza, como excretar lejos de su entorno habitual o retener los excrementos indefinidamente hasta que puedan deshacerse con seguridad de ellos. Las especies que muestren alta fidelidad a una localización deberían experimentar modificaciones del comportamiento particularmente importantes para desarrollar tales tácticas, como demostró Weiss (2003, 2006) en las orugas.
Las arañas de cangrejo Misumena vatia (Clerck 1757) (Thomisidae) típicamente ocupan las flores para sentarse y esperar a los insectos que cazan pudiendo permanecer en los sitios de caza durante varios días seguidos. La excreción en este lugar podría atraer a un gran número de depredadores y parásitos (otras arañas, avispas depredadoras y avispas y moscas parasitoides) a través de señales visuales u olfativas proporcionadas por este material.
En el año 2008, de nuevo Douglass H. Morse, publica en The Journal of Arachnology 36:612-61 una nota sobre el comportamiento defecatorio de hembras de Misumena vatia. Cuantifica la frecuencia de deposición y el tamaño de la excreción en el espacio que ocupan cuando son capturadas e inmediatamente después de su liberación, sobre la vegetación y las flores. La observación de esto junto con la observación de los patrones de excreción de hembras adultas en el campo le permiten comprobar si la araña se aleja de sus lugares habituales de caza para eliminar las excretas y si el tamaño del sitio afecta a la forma y cantidad de la excreción. Este hombre aprecia que las hembras adultas de Misumena vatia suelen retener sus excretas durante largos periodos de tiempo bajo condiciones experimentales. Esto se ve anatómicamente facilitado por la existencia de un gran aparato excretor (Cámara cloacal) con un esfínter muscular que les permite a estas arañas almacenar grandes cantidades de excretas (Seitz 1987). Encuentra una relación directa entre la cantidad de las excretas y el tiempo de confinamiento de la araña, haciendo que esta defeque con mas regularidad en su ambiente natural que en confinamiento, donde tiene menos espacio.
Como se puede ver, Misumena vatia no deja de darnos sorpresas.
Como se puede ver, Misumena vatia no deja de darnos sorpresas.