La diáfisis del húmero se extiende desde el punto de inserción del
músculo pectoral mayor en la parte superior hasta la cresta
epicondílea en la porción distal por lo que definimos las fracturas
de la diáfisis del húmero como aquellas que se producen entre el
borde inferior del pectoral
mayor,
por arriba, y una línea convencional que pasa a 4 traversas de dedo
por encima de la interlínea articular del codo.
Las
fracturas de húmero representan entre el 1,2 y 1,5% de todas las
fracturas de las extremidades en los adultos y las de su diáfisis el
3-5% de todas las fracturas esqueléticas.
Las
lesiones de nervio radial asociadas a las fracturas de la diáfisis
humeral ocurren aproximadamente en 11% de los casos (rango 2-17%).
El
mecanismo de lesión es el resultado de fuerzas directas o
indirectas. Las fuerzas indirectas son una fuerza de flexión que
crea una fractura de la diáfisis humeral transversa, una fuerza de
torsión que causa una fractura en espiral o una combinación de
estas dos fuerzas que resulta en una fractura oblicua, con o sin un
fragmento en alas de mariposa.
Estas
fracturas tienen una distribución bimodal directamente relacionada
con el mecanismo de lesión, es decir la fuerza productora de la
fractura y su intensidad:
1)
un grupo de pacientes jóvenes, generalmente de unos 35 años de
edad, en el que predomina el sexo masculino (83%). En este caso la
fractura se debe generalmente a lesiones de alto impacto y con
frecuencia se presentan con una lesión asociada del nervio radial,
se ven en accidentes automovilísticos (51.6%), accidentes de
motocicleta (9.9%), caída de altura, lesiones por aplastamiento
directo, fracturas por herida de arma de fuego y politraumatizados
2)
un grupo de pacientes de mas edad, fundamentalmente mujeres en la
sexta década de la vida. En este grupo la fractura es debida a
lesiones de bajo impacto, generalmente como resultado de una caída
del plano de sustentación, teniendo como resultado fracturas simples
cerradas sin una lesión
del
nervio radial asociada.
Clínicamente
lo que vemos es un paciente con dolor, equimosis, inflamación y
deformidad del (esta última cuando existe un desplazamiento
significativo de la fractura).
En
la exploración debemos de estar atentos a un par de cosas además de
a la lesión local. Si el miembro está frio y pálido y el dolor no
alivia nada con los analgésicos deberemos de pensar en la posible
existencia de un síndrome compartimental. Además debemos evaluar la
función motora y sensitiva de los nervios radial, mediano y cubital.
Una lesión del nervio radial, demuestra falta de extensión de
muñeca y las articulaciones metacarpo-falángicas, teniendo en
cuenta que cuando se prueba la extensión de muñeca es mejor poner
el antebrazo en rotación neutra para eliminar el efecto de la
gravedad y así valorar cualquier efecto de extensión de la muñeca
o una contracción.
Recordemos
ahora que el nervio radial y su rama profunda provee inervación
motora a los músculos del compartimento posterior del brazo y el
antebrazo, los cuales son mayoritariamente extensores. Las ramas
motoras son las siguientes:
- Las ramas musculares: Tríceps braquial; Ancóneo; Braquiorradial y Extensor radial largo del carpo
- Las ramas profundas: Extensor radial corto del carpo y Músculo supinador
- El Nervio interóseo posterior, una continuación de la rama profunda del nervio radial una vez que ha pasado al músculo supinador: Músculo extensor común de los dedos (Extensor digitorum); Músculo extensor propio del meñique (Extensor digiti minimi); Cubital posterior (Extensor carpi ulnaris); Abductor largo del pulgar (Abductor longus pollicis); Músculo extensor corto del pulgar (Extensor pollicis brevis); Músculo extensor largo del pulgar (Extensor pollicis longus) y Extensor del índice (Extensor indicis).
Cuando
se valora la recuperación de la función del nervio radial tras una
fractura diafisaria humeral, debemos de tener en mente que cuando se
recupera la extensión de la muñeca por reinervación del extensor
común de los dedos, la muñeca va a adoptar la posición en
desviación radial debido a la falta de la función estabilizadora
del extensor cubital del carpo ya que el nervio interóseo posterior
aún no ha recuperado. La desviación cubital de la muñeca, pulgar y
extensión del pulgar y las articulaciones metacarpo-falángicas de
los dedos aparece cuando se recupera el funcionamiento del nervio
interóseo posterior.
Clasificaciones
de las fracturas de la diáfisis humeral
Las
fracturas de la diáfisis humeral se pueden clasificar
1)
según la localización. En proximales, del tercio medio y distales,
2)
según la morfología de la fractura: en transversales, oblicuas o
espiroideas,
3)
según la angulación, el desplazamiento, la conminución,
4)
según si la fractura es abierta o cerrada.
Pero
posiblemente las clasificaciones mas utilizadas son la de Hackethal
y la clasificación AO. La AO ya le he mencionado en mas de una
ocasión. Las fracturas del húmero las divide en Tipo A (fracturas
simples 63,3%), Tipo B (en cuña o fracturas en alas de mariposa),
Tipo C (fracturas conminutas complejas con desplazamiento mayor de
los fragmentos). Estos tres tipos se clasifican en subcategorías
diferenciadas por la magnitud de la conminución.
Karl Heinz (Julius) Hackethal Nació el 6 de Noviembre de 1921 en Reinholterode-Eichsfeld y pasó su infancia en la granja de sus padres ayudando junto con sus hermanos en la administración de una finca de 75 acres. En su mayoría de edad se alistó voluntario en la Wehrmacht, en contra de los deseos de sus padres, ingresando en la academia médica militar, donde fue sargento y más tarde médico de campo. Posteriormente estudió medicina en Berlín, Würzburg y Göttingen. Cursaba su octavo semestre en el momento del final de la guerra y vivía cerca de Gotinga donde la Universidad estaba dando la aprobación de los títulos de médico con urgencia, con lo que conociendo esto Hackenthal fue a la Universidad y sobornó a los empleados con una caja de cigarrillos para poder terminar su carrera antes de que llegasen las fuerzas aliadas con el ejercito americano. Su tesis fue publicada en 1944. Hasta 1950 estuvo completando su entrenamiento quirúrgico en el hospital del distrito en Eschwege. En 1952 se trasladó al Hospital Universitario Ortopédico de Münster. En 1954 siguió con la habilitación en ortopedia y en 1956, con la de cirugía, en la Universidad de Erlangen-Nuremberg. En 1961 inventó los clavos de Hackethal hoy en desuso en cirugía ortopédica.
En
1962 fue nombrado profesor asociado y un
año después acusa de negligencia médica al director de la clínica.
Se montó un follón de tales dimensiones que llegó a presentar 138
denuncias por malpraxis e incluso una por asesinato. El director de
la clínica ganó el juicio y Hackenthal fue despedido. La carrera
académica de Hackethal parecía que había terminado. Pero se cambió
el nombre a Julius y sigue trabajando y publicando. En 1965 fue
médico en el Hospital Municipal de Lauenburg y tras la muerte del
director ocupó él el cargo hasta 1974, momento en el que decide
abrir su propia clínica. En 1976 escribe un libro que le hace famoso
“On the Edge” en el que defiende un tratamiento mas ético del
paciente y la mejora en la relación médico-paciente. Un año más
tarde escribe un libro en el que cuenta sus experiencias en la
clínica de Erlanger con la jerarquía hospitalaria. A partir de
entonces sus numerosas apariciones públicas y publicaciones y sus
actuaciones como experto en numerosos juicios por mala práctica
médica contra sus compañeros de clase hicieron de él una persona
muy popular en Alemania. De 1981 a 1988
dirigió una clínica privada de cáncer en el lago Chiemsee, estando
un tiempo en 1981 en una Clínica de
Cleveland, en Ohio aprendiendo
sobre el tratamiento oncológico. A mediados de la década de 1980,
Hackethal hizo campaña a favor de la eutanasia activa y confesó que
le había administrado a su madre una inyección letal. Filmó una
película por aquel entonces en la que mostraba a una mujer
gravemente enferma cuyo rostro estaba destruida por el cáncer y la
cirugía y que causó sensación. Hubo procesos penales en su contra,
acusándole de eutanasia activa e incluso acusándole
de homicidio, pero nunca llegó a ser condenado. En palabras del
propio Hackenthal en el transcurso de su vida gastó medio millón de
marcos alemanes en costas judiciales. En
1989 fundó su propia clínica de medicina integral y cirugía
selecta en Gut Spreng, Riedering, en el distrito de Rosenheim.
Hackenthal estaba empeñado en que
algunos cánceres no se debían de operar e hizo publicas
aseveraciones sobre el tratamiento de algunos tipos de cáncer que
fueron muy controvertidas; por poner un ejemplo llegó a afirmar la
memez de que él era capaz de detener la progresión del cáncer de
próstata mediante inyecciones de testosterona. Pero la vida es
irónica y muchas veces incluso cruel y Hackenthal murió
a la edad de 75 años victima de un
cáncer de próstata no tratado en estadio IV (con metástasis
pulmonares).
Ahora
que ya sabemos como se clasifican las fracturas de la diáfisis
humeral puedo contar que hay una fractura con nombre propio: la
fractura de Holstein-Lewis que es una combinación de una fractura
extra-articular espiral del tercio distal del húmero asociada a una
lesión del nervio radial. Esta fractura constituye 7.5% de todas las
fracturas de la diáfisis humeral.
Ha
llegado el momento de ver un caso de la última guardia en la que
llegó una mujer de 67 años de edad, mariscadora, que se había
caído accidentalmente por las escaleras. Entre sus antecedentes
figuraban una gastritis atrófica, gonartrosis, retinaculotomia por
síndrome de tunel del carpo en el 2010, estaba apendicectomizada y
había sido intervenida por una miomatosis uterina.
Se
quejaba de dolor del brazo izquierdo y lo tenía bloqueado. La
vascularización del miembro superior y la movilidad de la muñeca
estaba conservada. No había heridas.
Radiológicamente
se apreciaba lo siguiente
Un
fractura espiroidea del tercio superior del húmero
En
lo que respecta al tratamiento de sus fracturas, el húmero presenta
ciertas peculiaridades anatómicas que van a influir notablemente en
la elección del método a utilizar. Dado que no es un hueso de
carga, sus fracturas no están sometidas a importantes fuerzas de
compresión, por lo que el acortamiento no empeora de forma
significativa los resultados finales. Además, la articulación
escapulo-torácica minimiza el estrés rotacional a nivel del foco de
fractura y la posición colgante del brazo supone en la mayoría de
los casos la alineación de la fractura. Todo esto hace que se acepte
que la mayoría de las fracturas de la diáfisis humeral se traten de
manera conservadora. Hay varios métodos de inmovilización
ortopédica, como yesos toracobraquiales, vendajes de Velpeau, yesos
funcionales, férulas conformadas en «U» de Charnley o métodos de
tracción continua: yesos colgantes de Caldwell, tracción al cénit,
etc.; sin embargo, estos métodos no están exentos de
inconvenientes.
Nuestra
paciente de momento se llevó su férula en U
La
mayoría de las fracturas diafisiarias del húmero son cerradas y son
tratadas sin cirugía con resultados excelentes. No obstante el
tratamiento quirúrgico de estas fracturas tiene unas indicaciones
absolutas, a saber: la existencia de lesiones arteriales, las
fracturas abiertas y el codo flotante. El tratamiento quirúrgico de
las fracturas diafisarias humerales suele quedar limitado a
politraumatizados, fracturas asociadas de raquis, fracturas
bilaterales de húmero, fracturas ipsilaterales del húmero y del
antebrazo,fracturas segmentarias, fracturas patológicas, fracturas
asociadas a lesiones vasculares, fracturas abiertas, retrasos de
consolidación, no uniones o en los casos en los que el tratamiento
conservador no obtiene una adecuada reducción de la fractura. Un
punto sumamente interesante que sigue siendo objeto de debate es si
una lesión del nervio radial asociada constituye una indicación
quirúrgica.
Las
técnicas de fijación quirúrgica son también variadas: la
osteosíntesis con placa atornillada, diversas técnicas de
osteosíntesis intramedular con clavos de Küntscher de Ender, de
Rush o con agujas de Kirschner según técnica de Hackethal y
sistemas de fijación externa para las fracturas abiertas graves.