Uno de los motivos frecuentes de
consulta en nuestras urgencias son las infecciones orofaciales.
Extremadamente las faringoamigdalares, pero no mucho menos frecuentes
otras infecciones de la cavidad oral, entre ellas las infecciones de
origen odontogénico.
Lo
primero que debemos conocer bien cuando nos enfrentamos a una
infección orofacial o un proceso infeccioso de la cavidad oral son
los espacios por los que puede extenderse la infección y que en
definitiva suelen ser planos de clivaje entre fascias y músculos por
los que la infección se disemina hacia la faringe, el el cuello, el
suelo de la boca y el maxilar y si hay mala suerte, el mediastino, e
incluso intracraneal.
Por
ello voy
describiros someramente
los espacios anatómicos del cuello que debemos considerar para tener
una idea espacial de por donde nos anda el proceso infeccioso. Estos
espacios podemos dividirlos
en
función de su relación con el hueso hioides, de
la siguiente manera:
Espacios supra-hioideos
- Espacio parotídeo
- Espacio masticador
- Espacio parafaríngeo
- Espacio faringomucoso
- Cavidad oral: Espacio sublingual, submandibular y bucal
- Espacio visceral
- Espacio cervical posterior
- Espacio carotideo
- Espacio retrofaríngeo
- Espacio perivertebral
No
os voy a describir todos estos espacios ni a contar sus
delimitaciones, sino solamente de los tres sobre los que tenemos
consulta con mas frecuencia en
el servicio y que son los
siguientes:
- Espacio periamigdalino: limitado medialmente por la amígdala y lateralmente por el constrictor superior de la faringe. Como bordes tiene los pilares anterior y posterior de la amígdala. Solemos ver la afectación de este espacio como complicación de amigdalitis que hacen un flemón local y que consultan por la mala evolución de la amigdalitis, la importante odinofagia y la fiebre. Lo mandamos a drenar al otorrino de guardia pero solemos ponerle analgesia y antibiótico ya en urgencias. Es posible que algún día haga una fotografía a alguno y escriba una entrada en este blog hablando del tema.
- Espacio masticador: está situado lateralmente a la fascia pterigoidea media y medialmente al músculo masetero. Contiene los músculos masetero y pteriogoideos, la rama y cuerpo de la mandíbula, el tendón temporal y los vasos y nervios alveolares inferiores.
- Cavidad oral: con los espacios bucal, sublingual y submandibular. Como va ha ser el caso que traigo a colación
Dentro
de estas infecciones de la boca, cara y cuello, y aunque parezca
raro, una de las consultas que tenemos con frecuencia en los
servicios de urgencias de los hospitales, son los dolores de causa
odontogénica. En muchas ocasiones el paciente ha ido antes al
dentista, que o bien ha realizado alguna intervención en la boca o
la ha demorado debido algún proceso infeccioso agudo que hacía
desaconsejable la intervención en ese momento.
Sea
como fuere, muchos de estos pacientes después de haber tomado
analgesia en sus domicilios y haber pasado por las urgencias del
ambulatorio, acaban en nuestros servicios de urgencias hospitalarias
buscando su alivio.
Como
voy a hablaros de piezas dentales, aunque sea poco, os tengo que
contar primero que hay varios sistemas para nombrar las piezas
dentales, tal es así, que se ha hecho necesario un sistema de
nomenclatura que sea internacional para que todos los médicos y
dentistas se entiendan entre sí cuando hablan de las piezas de un
paciente. Ese es el sistema internacional de nomenclatura dental, que
numera las piezas de la siguiente forma:
Los
médicos de urgencias de los hospitales no nos dedicamos a la
odontoestomatologia, de la que no solemos tener ni puñetera idea,
sino que lo que solemos atender son sus complicaciones. Lo que
solemos ver con mas frecuencia es un flemón dentario, casi siempre
resultado de una pericoronitis, una caries, una periodontitis grave o
bien como complicación de un procedimiento dental previo. Lo que si
que sabemos es que las infecciones mas graves, suelen venir del
segundo o tercer molar mandibular.
Estamos
tan acostumbrados a ver estos flemones que parece como si les
hubiésemos perdido el respeto. Administramos analgesia iv (un buen
zambombazo para intentar calmar lo mas rápido posible al paciente)
y en muchas ocasiones también algunas dosis de antibiótico iv, para
en breve, mandar al paciente a su casa con el tratamiento por vía
oral y la recomendación de volver a su dentista "porque el
servicio de urgencias no es lugar para tratar un dolor de muelas".
Como
antibiótico utilizamos la gran mayoría de las veces Penicilinas o
el famoso Rhodogyl, porque aprendimos desde nuestras primeras
guardias de algún residente mayor, que ese antibiótico se concentra
bien en la saliva, mucho mejor que otros, porque se elimina por las
glándulas salivares.
La
cosa suele ir bien porque estas infecciones de la boca generalmente
se deben a una combinación de streptococcus anaerobios facultativos
y bacterias anaerobias estrictas. Los estreptococos que con mayor
frecuencia se asocian a los flemones dentarios son los del grupo
streptococcus milleri (streptococcus anginosus, intermedius y
constellatus) englobado dentro de la especie Streptococcus viridans.
También encontramos en mucha menor medida estafilococos (un 5%
frente al 95% que representan los strepto). Entre los gérmenes
anaerobios, los predominantes son los de los géneros
peptostreptococcus, prevotella y porphyromonas. Pero hay muchísimos
más gérmenes con nombres de difícil pronunciación dentro de este
grupo.
Solemos
ver a los pacientes en etapas bastante avanzadas de la infección,
porque hasta ese momento el paciente suele ser atendido en primaria o
simplemente aguanta las molestias con la analgesia que tiene a mano
en el domicilio. Y es que la infección odontogénica, pasa por
varias etapas. La primera es la inoculación. Esta etapa dura
aperoximadamente unos 2-3 días y consiste en una inflamación de
consistencia suave que produce un dolor leve. Entre los días 2 y 5
es cuando el proceso infeccioso pasa a flemón, viéndose este
indurado y siendo muy doloroso y suele acompañarse de una celulitis
suprayacente que lo hace católicamente bastante evidente y preocupa
al paciente. En este punto, ya muchos pacientes acuden a urgencias
del hospital directamente sin pasar por primaria. La siguiente etapa
consiste en la abscesificación, pasando la inflación a tener los
bordes mas definidos, hacerse mas blanda y fluctuar. La etapa final
es el drenaje, que ya puede ser espontáneo o provocado por el
cirujano, o en el peor de los casos la muerte por compromiso de la
vía aérea (la causa mas frecuente de muerte en estas infecciones) y
la progresión de la infección hacia espacios vitales. No solemos
ver un desenlace tan terrible en la última etapa pero que las cosas
suelan ir bien, no es escusa para que los médicos de urgencias no
estemos ojo avizor de la existencia de alguna de las posibles
complicaciones de estas infecciones y por lo tanto, debemos de
conocerlas bien. En breve os hablaré algo de alguna de ellas ;-)
Dicho
esto, entremos ya de lleno en el caso clínico que atendí hace un
par de guardias y que ha sido el motivo de que me ponga a escribir
esta entrada hoy.
El
primer día de este mes, acudió a nuestro servicio una mujer de 23
años de edad sin alergias medicamentosas ni antecedentes
medicoquirurgicos de interés excepto le haber sido sometida hacía 6
años a un reimplante ureteral derecho según técnica de Politano
Leadbetter y estar a tratamiento anticonceptivo con Loette. Acudió
porque tenía dolor mandibular izquierdo tras haberse sometido a
exodoncia de la pieza 38. El compañero que la atendió le
diagnosticó el flemón dentario y le cambió la antibioterapia oral
que mantenía la paciente con una penicilina oral por otro
antibiótico que pensó adecuado para cubrirle mas gérmenes al que
asoció un antinflamatorio analgésico y un buen chute de corticoide
(supongo que con la idea de bajar un poco la inflamación que le
debió de parecer importante. Y digo que le debió de parecer
importante, porque comentaba en la historia clínica que la paciente
tenía algo de trismus.
Volvió
a las 24 h por aumento de la tumefacción maxilar, aumento del dolor
y dificultad para comer (no podía abrir bien la boca y no había
podido comer ni un bocadillo de pan blando que se había hecho porque
moría de hambre). No contaba claramente disfagía, como buena
gallega, no te dejaba saber si subía o bajaba.
De
los signos que nos deben preocupar como médicos cuando un paciente
se nos presenta con un proceso de área orofaringea, uno de los mas
conocidos y al que muchas veces no se hace demasiado caso es
precisamente el trismus.
La
palabra trismus es latín y deriva del
griego τρισμός que significa "rechinar de
dientes". En realidad hace referencia a la reducción de
apertura de la boca causado por el espasmo de los músculos
masticadores, en especial de los maseteros. Al rechinar de dientes,
los médicos le llamamos “bruxismo”.
Es importante recordar
que además la presencia de este
signo no es escusa para que el médico deje de valorar la presencia
de disfagia o que deje de intentar ver y palpar la orofaringe. Aún a
riesgo de llevarse un mordisco en el meñique, como pensé yo que me
iba a pasar con este caso cuando le volví a ver al día siguiente.
Cuando
veo yo a la paciente está afebril pero con intenso dolor mandibular
izquierdo, trismus y una tumefacción con empastamiento al tacto de
la zona submandibular izquierda. No presenta adenoptaias
laterocervicales de interés.
La
idea de mi exploración era comenzar a descartar las posibles
complicaciones de ese flemón dentario, aunque una ya me era
prácticamente evidente y estar seguro de que espacios se veían
comprometidos en la paciente: sublingual, submandibular, masticatorio
o algún otro mas profundo y peligroso.
Las
posibles complicaciones de las infecciones en los espacios cervicales
que antes enumeré son:
.
Absceso periamigdalino
.
absceso parafaringeo
.
Absceso retrofaringeo, prevertebral o del llamado espacio Peligroso
.
Absceso submandibular
.
Angina de Ludwig
.
parotiditis supurativa bacteriana aguda
.
Mediastinitis necrotizante aguda
A
esta última le tenemos terror porque todos hemos oído desde nuestro
primer día de guardia lo letal que es y nos han contado la leyenda
urbana de como a alguien hacia poco se le había muerto un paciente
con esta complicación por habérselo tomado a la ligera. Sin
embargo, de las otras complicaciones no nos suele hablar nadie, y las
vamos descubriendo, como se dice en el mus, a golpe de amarraco.
Era
evidente a simple vista que el espacio parotideo se podía descartar
de entrada y que lo primero que había que valorar era los espacios
de la cavidad oral y el masticatorio por lo que contaba la paciente y
por como se presentaba la cosa, aparentemente todavía como una
complicación muy local y limitada. Lo que tenia que valorar eran las
zonas a las que se extiende de tratada por contigüidad la infección
con origen en la pieza 38, un molar inferior:
Los
abscesos submentonianos suelen quedar limitados en su espacio, debido
a la unión de la aponeurosis cervical profunda con los músculos
digástricos y el hueso hioides. Pero las infecciones las
submaxilares tienden a diseminarse con facilidad, ya que este espacio
comunica con el espacio sublingual por dentro del borde posterior del
músculo milohioideo, a través del conducto de Wharton. Con mala
suerte, se extienden también hacia los espacios aponeuróticos del
cuello a lo largo del músculo hiogloso.
Así
que a pesar del trismus, palpé el suelo de la boca con el meñique
de mi mano derecha a riesgo de quedarme sin él por un mordisco,
buscando algún bulto, induración o desplazamiento hacia arriba de
la lengua.
Explico
porqué: con el diagnóstico en mente de absceso sumaxilar, quería
descartar una angina de Ludwig.
En
contra de lo podáis pensar algunos, este no es un proceso de las
amigdalas, sino que consiste en una inflamación séptica y una
celulitis grangrenosa rápidamente progresiva del espacio
submandibular que suele ser la expresión de la diseminación local
de un absceso submaxilar . que ascienden hacia el espacio sublingual
o los tejidos del cuello. Suelen ser flemones duros secundarios a una
infección odontógena o
al traumatismo por la extracción de una pieza dentaria o del suelo
de la boca, pero también
pueden ser consecuencia de una
fractura mandibular, una
infección
faringoamigdalar y excepcionalmente por una otitis externa o media,
úlceras labiales o nasales, erisipela facial, y
otras infecciones faciales. El peligro que tiene es el de progresión
rápida a compromiso de la vía aérea o la sépsis. Cínicamente nos
encontramos con tumoración
importante de la zona sublingual,
con trimus y rigidez del cuello. Se puede apreciar un
desplazamiento de los dos tercios posteriores de la lengua hacia
arriba y atrás, de manera que la lengua no se puede deprimir y hay
importante odinofagia y disfonía, e incluso en ocasiones si está
avanzado disnea y estridor. En realidad esta angina de Ludwig es el
estadio avanzado de la entidad que yo barajaba casi con seguridad
como diagnóstico, que era el absceso submaxilar o submandibular.
Bien,
pues en este caso, la palpación del suelo de la boca y la lengua
parecía descartar la existencia de una angina de Ludwig, por lo que
la paciente debía de tener un absceso submaxilar tipo “King Size”.
Y
como ya he mencionado un nombre “raro” y eso es algo que me suele
gustar hacer cuando hablo de algún caso, voy a mencionar otros dos
que pueden venir a cuento, para después seguir hablando del
paciente.
Hay
dos síndromes potencialmente muy graves y con nombre propio que
también debemos de conocer cuando nos enfrentemos a uno de estos
cuadros clínicos, y son:
- El síndrome de Lemierre, también conocido como necrobacilosis o sepsis postangina, que se caracteriza por la asociación de amigdalitis, tromboflebitis de la vena yugular interna, abscesos metastásicos y septicemia por Fusobacterium necrophorum.
- El síndrome de Grisel o tortícolis atlantoa-epistrofeal que constituye una complicación poco frecuente, sobre todo de niños, que aparece tras una inflamación o infección perifaríngea y que consiste en una tortícolis secundaria a la subluxación o dislocación entre el atlas y el axis.
Dicho
esto, paso a las pruebas diagnósticas.
Entre
las pruebas complementarias de imagen que hay que hacer en estos
casos están la radiografía de partes blandas del cuello y el TAC
cervical. En la radiografía
lateral de cuello lo que
se suele ver es el aumento de
partes blandas por el
edema o estrechez de la
columna de aire debido al desplazamiento de la lengua hacia atrás,
rectificación de la curva fisiológica cervical debido a la rigidez
y en ocasiones presencia de gas.
En
nuestro caso la placa cervical del cuello no mostró datos de interés
excepto ligero aumento de partes blandas. Los análisis de sangre que
se hicieron de manera urgente apoyaban muy bien el diagnóstico pues
la paciente mostró unos leucocitos en sangre periférica de 21.89 x
10^9/L con un 83,2% de neutrófilos y un 10.5% de linfocitos (es
decir una leucocitosis importante con neutrofilia) indicativa de una
infección sería, con una PCR de 41.8.
Decidí
dejar al paciente para que por la mañana con radiólogo presente y
tras las primeras dosis de Penicilina y clindamicina para hacerle un
TC cervical que nos permitiría ver bien la localización y extensión
exacta del proceso infeccioso.
Para
estas infecciones la penicilina sigue siendo el antibiótico de
elección, al ser sensibles a ella los aerobios G+ y los anaerobios
habitualmente aislados. El uso de la clindamicina además lo
justifica el que es este antibiótico el que alcanza la mejor
concentración en un absceso (33%) y además es capaz de penetrar en
los huesos maxilares (importante si uno piensa además en una posible
osteomielitis)
El
TAC mostró lo siguiente:
TC cervical con CIV (administración
bifásica).
Extensa colección en
espacio submaxilar y posiblemente algo sublingual (afectación del
borde libre del músculo milohioideo) izquierdo. Mide unos 4 x 3'1 x
3'3 cm de diámetros máximos cc, tr y ap respectivamente. Presenta
un aspecto multiseptado con intenso realce de los mismos y
periférico. Impresiona centrado o afectando fundamentalmente al
músculo pterigoideo interno y al ya referido margen posterolateral
del milohioideo y parece condicionar una impronta y significativo
desplazamiento sobre todo caudal de la glándula submaxilar aunque
sin plano de clivaje (no impresiona claramente afectada pero no se
descarta de forma definitiva). Ligero engrosamiento del músculo
platisma colli y ligero edema del TC subcutáneo de la región facial
a ese nivel. Aparente mínima impronta sobre aspecto izquierdo de vía
aéreo-digestiva aunque sin desplazamiento o compromiso significativo
de la misma en el momento actual.
En su aspecto anterior
presenta aparente leve contigüidad con zona de extracción de pieza
dentaria 38, observándose pequeñas burbujas aéreas a ese nivel y
un mínimo foco de osteolisis /disrupción de la cortical interna.
Hallazgos que en todo caso sugieren origen odontogénico del proceso.
Adenopatías mas
prominentes en nivel IB (unos 9-10 mm de eje menor) y
yugulo-digástrica izquierda de unos 13 mm; probablemente reactivas
en este contexto.
Con el
diagnóstico seguro y el absceso medido, se derivó a cirugía
maxilofacial para drenaje del absceso. Además de ello, se hizo
exodoncia de resto radicular de la pieza 38 que fue la causa
responsable de la complicación de la paciente.
Una
vez llegado a este punto, debemos de tener en mente una moraleja,
aprendida del caso:
NUNCA
HAY QUE TOMARSE UN TRISMUS A LA LIGERA
en los casos de infecciones odontogénicas, cuando veamos una apertura bucal que ha disminuido 20 mm o más en un corto periodo de tiempo asociada a dolor grave deberemos considerar que existe siempre una infección de los espacios anatómicos perimandibulares hasta que se demuestre lo contrario. |